LA CAÍDA DE LEHMAN BROTHERS
El lunes 15 de septiembre de 2008 se iniciaba un período crítico de la Historia en el que todavía andamos inmersos, pero que por aquél entonces aún no nos decía nada. El hecho fue el siguiente, el gigante estadounidense de las finanzas Lehman Brothers anunciaba suspensión de pagos tras 158 años de funcionamiento ininterrumpido y dejaba para la posteridad la imagen icono del inicio de la mayor crisis global después de la Segunda Guerra Mundial.
Desde ese lunes negro hemos sufrido semanas enteras, meses y años de recesión. Una crisis que se han inventado unos cuantos (para ganar dinero a manos llenas, obviamente) en algún oscuro despacho de alguna entidad financiera de dimensiones planetarias y que ha dado al traste con los proyectos vitales e ilusiones de muchas personas en todo el mundo. La crisis de las llamadas hipotecas basura o subprime desembocó en una recesión en toda regla en Estados Unidos y en Europa (por mucho que algún go bernante clarividente la negase al principio), de la que algunos han salido mal que bien, pero el miedo, la más burda rumorología y el riesgo a volver a caer en un segundo periodo de decrecimiento más brutal todavía que el primero, continúa palpitante en los siniestros mercados financieros. La crisis de la deuda pública griega es un capítulo más de este drama global. Y lo que está por venir.
La bancarrota de Lehman Brothers, con un pasivo de 613.000 millones de dólares (unos 430.000 millones de euros) y unos activos teóricamente valorados en 639.000 millones de dólares (pero cuyo valor de liquidación puede resultar mucho menor) se convirtió en la mayor de la historia. Era el cuarto
banco de inversión de Wall Street, víctima del monstruo que contribuyó a crear con el negocio de las tóxicas hipotecas subprime. Son famosas las imágenes de sus empleados abandonando la sede central neoyorkina empleados portando sus enseres personales en cajas y bolsas.
Lehman presentó la declaración de bancarrota en Nueva York horas antes de que abriera la Bolsa de Wall Street para proteger sus activos y maximizar su valor. El director financiero de la entidad, Ian Lowitt atribuyó en su día el colapso por la "la falta de liquidez que provocó una reacción en cadena". El origen estuvo en la elevada apuesta por los títulos hipotecarios, dañados por la crisis subprime.
Las famosas agencias de calificación de riesgo reaccionaron demasiado tarde. Tras la noticia de la suspensión de pagos, rebajaron (a buenas horas, mangas verdes) en comandita la calificación de Lehman, que hasta el mismo día de la suspensión de pagos obtenía sistemáticamente altas calificaciones de solvencia financiera. ¡Qué lumbreras!
Y es que Lehman ya había acumulado enormes pérdidas por títulos respaldados por las hipotecas basura a lo largo de 2008. En el segundo trimestre fiscal, Lehman informó de pérdidas de 2.800 millones de dólares y se vio obligada a vender 6.000 millones de dólares en activos, de forma que a mediados de 2008, el banco había perdido el 73% de su valor en bolsa. En agosto de 2008, Lehman informó de que tenía la intención de despedir al 6% de su plantilla, 1.500 personas.
Lehman informó el 13 de septiembre de 2008 al presidente de la Reserva Federal de Nueva York que estaba en conversaciones con el Banco de América y Barclays para una posible venta de la entidad, para liquidar sus activos. Y el lunes negro, dos días después, presentó la suspensión de pagos al rechazar ambos bancos la operación.
Finalmente,
el 17 de septiembre de 2008, Barclays anunció la compra de la división bancaria del grupo Lehman Brothers por 1.750 millones de dólares, con un activo de 72.000 millones y un pasivo de 68.000 millones.
La caída de Lehman Brothers causó problemas para el sistema financiero pero la causa no fue en sí dejarle caer, si no por la forma en que se hizo. La incertidumbre y la falta de claridad sobre sus compromisos con otros participantes del sector financiero fueron los causantes del caos posterior, no la caída de Lehman Brothers en sí. El secretario del Tesoro, Hank Paulson, ya había advertido el 12 de septiembre a los tiburones de Wall Street que Lehman Brothers estaba a punto de colapsar y que el gobierno no lo rescataría. Durante los dos días siguientes, los funcionarios de la Reserva Federal y del Banco del Tesoro, los presidentes de los bancos, sus abogados y contables buscaron la manera en que podían salvar a Lehman. Pero, sin el apoyo financiero del gobierno, era una misión imposible.
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